Jorge Pinto.
• Obispo Felipe Arizmendi Esquivel
* Si con el alcohol ya ha desintegrado a muchas familias, legalizar las drogas sería un acavoce
San Cristóbal, agosto 19.- Se ha abierto en el país la discusión sobre una posible liberalización de las drogas. Se esgrime el argumento de que, así, se evitarían violencia, corrupción, muertes entre cárteles y de civiles, tanto desgaste del ejército y de las policías en su represión.
En ésta ocasión este es el tema que aborda Monseñor Felipe Arizmendi Esquivel, obispo de la diócesis de San Cristóbal de Las Casas, en su mensaje titulado “Droga, peor que alcohol”, en donde hace referencia los estargos que el alcohol hace en la sociedad y como ha sido causante de las peores situaciones, y ahora con las drogas las cosas empeorarían la situación.
“Una parroquia de nuestra diócesis, San Bartolomé, ha hecho una denuncia muy documentada sobre el abuso del alcohol y sus estragos en la familia y en la comunidad, el sufrimiento de esposas e hijos, los accidentes carreteros, la violencia multifacética, las muertes por congestión alcohólica, los homicidios en grado de tentativa y calificados, los suicidios, las violaciones e incestos, los pleitos callejeros, los robos, el machismo, etc.”
Y en dicha comunidad han pedido a la autoridad que regularice la venta de alcohol, sobre todo la clandestina, y eviten la corrupción que genera. Dicen: “Durante las fiestas patronales, los atrios de las iglesias se ven invadidos por cantinas callejeras, aprobadas por las autoridades municipales”. A veces, incluso esto se hace de acuerdo con los inmediatos responsables de esas fiestas, con el pretexto de tener recursos para celebrarlas, con lo cual se pierde todo el sentido católico de una celebración. Si esto sucede con el alcohol, ¿qué no pasará con las drogas?”.
De igual forma el prelado describe el caso de un papá alcohólico, quien maltrataba, golpeaba y violaba a su mujer y a su hija, a quien tuvo por mujer y engendró dos hijos con él; por esta causa, la hija lo denunció varias veces y, como nadie le hacía caso, mató a su papá; ahora está en la cárcel, condenada a varios años de prisión, “Y todo esto sólo por el alcohol! Si se tolera el consumo de drogas, ¿qué pasará?”.
Y si bien en las familias sufren las graves consecuencias que ocasiona un familiar cuando es alcoholico, sería mucho mayor la pena cuando uno de los hijos es adicto a alguna droga, porque en ese momento todo el hogar se consume en tristeza, preocupación, angustia, ansiedad, temor y vergüenza.
El control legal del alcohol no ha solucionado los problemas que viven estas familias, hay cantinas y bares disfrazados de restaurantes, se vende “trago” también a menores de edad, hay corrupción para conseguir licencias de venta, hay empresas que ofrecen enormes cantidades de dinero a las autoridades locales para que su marca sea la única que se consuma allí.
“Son tristísimos los espectáculos de hombres tirados en el suelo, perdidos por el alcohol, expuestos a todo peligro, incluso mujeres con sus niños pequeños llorando a su lado, abandonados a su suerte. Si esto sucede con el alcohol, ¿qué no pasará con las drogas? ¿No se dan cuenta los que están a favor, del daño que esto puede generar?”
Por último el obispo de la diócesis local comenta que, la violencia y la confrontación entre cárteles y con las policías no se eliminan dando libertad para la siembra, cultivo, consumo y tráfico de drogas; aunque el negocio disminuya, la destrucción de jóvenes, de adultos y de la sociedad se agravaría.
“No se ha podido controlar el uso del alcohol, ni hemos logrado una educación en auto-control; con libertad también para las drogas, se destruirán más familias y se derrumbará la sociedad. Así ha pasado en países donde se dio esa permisividad; se disminuyó la violencia, pero se destruyó la familia. ¿Eso queremos para nuestro país?”, concluye.
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